viernes, 28 de agosto de 2015

DEMOCRACIA, VOTO Y CIUDADANIA

UN TEMA PARA REFLEXIONAR.

El derecho y la responsabilidad del voto electoral para distintas instancias de la administración pública municipal, provincial y nacional, necesita de una reflexión política, económica y desde mi plano de sacerdote: pastoral.

Soy pastor de una comunidad parroquial y a las personas que participan activamente, o en momentos puntuales, quisiera presentarles una reflexión pastoral. La autoridad legítima del pueblo necesita de la oración del pueblo para no caer en la soberbia y en el autoritarismo, o en la manipulación de las leyes con el mismo fin.  La autoridad debe garantizar el bien común, la unidad del pueblo y el servicio a los más pobres. La autoridad no puede considerar a los ciudadanos como clientes sino como pares a los cuales debe servir desde la investidura que le han delegado.

De estos 32 años de democracia todos tenemos que hacernos cargo, de sus luces y sombras. Quizá esperábamos más. Quizá esperábamos más justicia, más legalidad, más república, más ética.

La ley del voto es un instrumento parcial de la democracia porque no siempre expresa una verdadera representación de la población. A modo de testimonio podría decir que muchos de los legisladores actuales yo no los voté porque no me representan y además sólo se adhieren al pensamiento del gobernante que los nuclea.

La quema de urnas nos obliga a replantear si el voto debe ser obligatorio. Una población que se ve obligada a votar y luego no es respetada en sus decisiones tiene que plantear si es necesario seguir haciéndolo. El clientelismo político, el fanatismo partidario, el sometimiento a los punteros de turno, la manipulación de la información, generan en muchos el sentimiento de "escepticismo" de esta "democracia a la argentina" que tiene muchos vicios y focos de corrupción.

Seguramente delante de Dios todos los ciudadanos tenemos que plantearnos qué hemos aportado para pasar de habitante (que ocupa un territorio) a ciudadano que construye el bien común y el desarrollo integral de los pueblos.

El enfrentamiento entre argentinos, la indirerencia general ante la ilegalidad, el alejamiento de Dios y de la Iglesia, la responsabilidad siempre del otro ante el fracaso y la poca autocrítica, van desalentando la participación y el compromiso.

La pérdida del sentido del trabajo y de la verdadera responsabilidad personal y social del trabajo han hecho que muchos quieran depender del estado y sus planes de larga duración. La recuperación del valor de la unidad y duración de la familia, la recuperación de la cultura del trabajo y de la ética personal y social, la recuperación de la fraternidad y solidaridad, la recuperación del sentido federal de la patria, puede ayudarnos a seguir creciendo y fortaleciendo nuestra imperfecta democracia.

Los presentes aportes no son el final de la reflexión sino sólo un inicio...

Que Dios nos bendiga.










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