miércoles, 16 de julio de 2014


Continuamos desarrollando las tres partes del Gloria (himno de alabanza y acción de gracias)


Parece que en la antigüedad cristiana era costumbre encabezar los himnos con frases de la Biblia. Aquí se toma el texto del evangelista San Lucas, quien pone en boca de los ángeles las palabras “Gloria a Dios en el cielo…” cuando ven al Niño recién nacido en Belén (Lc. 2, 14). De esta manera el tema del himno es la Gloria de Dios y la paz-salvación de los hombres, que es Jesucristo.

La alabanza a Dios Padre se realiza a través de verbos expresivos de nuestra admiración (te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias) y de nombres y títulos divinos (Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso). Estas palabras expresan por un lado, nuestro entusiasmo de creyente, como así también la insuficiencia de cualquier palabra humana para referirse a Dios y proclamar su grandeza.

Jesucristo también es invocado con variedad de títulos (Señor, Hijo único, Unigénito, Señor Dios, Cordero de Dios). En ellos se evoca su solidaridad salvadora, que carga con nuestros pecados, que se inmola por nosotros, lo que da lugar a la súplica tierna y confiada, “Tú que…, ten piedad de nosotros; Tú que…atiende nuestra súplica...”. Solo El merece adoración y confianza absoluta porque es el Señor, Santo y Altísimo: Jesucristo con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.

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